A veces me quedo pensando (cosa
que hago con regularidad, sin que esto quiera decir que todo lo que pienso sea
importante). Pienso en la casa del pueblo, llena de cosas pegadas en las
paredes, no son cuadros de valor, posiblemente esas láminas sólo tengan un
valor sentimental para aquellos que decidieron llenar la casa de lo que yo denomino
“basura” y que los expertos reconocen como “contaminación visual”.
La casa, la vieja casa tiene dos
pisos, está fabricada en madera, tiene huecos por los cuales pasan sin aviso y
a su turno la luz, la lluvia, la esperanza, el llanto y la desolación.
No estoy seguro de la diferencia
que existe entre pensar, imaginar y recordar. Para mí estas tres son parte de
un todo aunque debo confesar que, en los momentos más extremos, he encontrado
algunas diferencias, por ejemplo: recordar es a pensar lo que el hombre es a la
sociedad, pura mierda. No es que el hombre no le sirva a la sociedad, es que la
sociedad está estructurada de una manera que no encaja con los actos y pensamientos
de los hombres. Porque si la sociedad dice que matar y robar es “malo” llega un hijo de puta y asesina a una persona
por robarle un teléfono celular propinándole 20 y más golpes con un arma blanca
(lo que en Colombia se conoce como cuchillo, navaja, machete o “lata”, haciendo
referencia este último a cualquier cosa que pueda entrar en la piel, que tenga
apariencia puntiaguda y que pueda matar o por lo menos sacar la mayor cantidad
de sangre posible).
Bueno, pero está pensando en la
casa o ¿recordando? Allí pasé mis días de infancia escuchando a mi madre cantar
en la cocina mientras preparaba el
almuerzo y viendo a mi abuela fumar y fumar y fumar (ahora entiendo mi adicción
al cigarrillo y al tinto recién hecho).
La abuela era morena, bajita y
redondita. Nunca supe si era guerrera o simplemente vivía porque ya era inevitable.
Cuando yo la conocí ya estaba arrugadita y fumaba, mucho fumaba, fumaba y más
fumaba. Ahora no se si la imagino, si la recuerdo o si la pienso. Repito, tengo
una confusión gigante para definir estos términos aunque el diccionario ya los
tenga muy claros.
Pero volvamos a lo primero, a
veces pienso. Y tanto pienso que vivo en mi mundo de ideas (bueno, no sé si se
le pueda llamar mundo a este amasijo de retorcidas historias salidas de una
imaginación volátil). Al parecer sólo
uso el lado derecho de mi cerebro porque el lado izquierdo sólo me sirve para
comer. Tengo la fortuna de ser mal pensado, egoísta, enano, retorcido y
retrechero, valores éstos que van un poco en contra de lo que la sociedad dicta
pero que caen como anillo al dedo para los ciudadanos de hoy.
Por eso, de tantas neuronas
quemadas por la pensadera, el cigarrillo y la cerveza he decidido ser distinto,
he decidido ser aquello para lo cual fui pensado, nacido y creado; seré eso que
tantos odian, que tanto mal hace y que tan preocupados nos pone, a partir de
hoy seré UNA AMEBA…
Así, una ameba. Y les haré picar
el culo.
Nota: Para capturar el alimento,
la ameba se deforma y lo engloba.