sábado, 23 de enero de 2010

CONTAR LAS BENDICIONES

En esta tarde llena de remembranzas, cavilaciones, esperanzas y olvidos he decidido contar mis inmuebles.

¡Vaya manera de gastar el tiempo en una tarde tan soleada y colorida! Podría salir al parque y pasear a mi perro, pero no he comprado uno; o tal vez jugar al futbol con mis hijos, pero aún no tengo. Entonces, pasemos revista a mis haberes.

Buscando y rebuscando entre mis cosas me doy cuenta de que en realidad es muy poco lo que tengo. ¿Qué va a ser de mis herederos?

Tengo, haciendo bien las cuentas, un reloj de pulsera, un montón de cuadernos viejos, un espejo y una cicatriz en la parte inferior izquierda de mi cabeza.

Mi reloj, nunca lo uso. Con esta manía que tengo de llegar tarde a todo creo que él es el menos colaborador. Lo miro como quien ve llover. Son las tres. No puedo evitar sentirme viejo cada vez que doy una ojeada al movimiento de sus manecillas. No voy a darle cuerda nunca más; quiero instalarme aquí en este domingo, a esta hora, parar de envejecer y evitar que este enemigo me cobre las cuentas pendientes.

Los cuadernos son muy viejos, como si hubiesen pertenecido a mi abuela. Los abro uno a uno, no son más de seis. Seis premios a la inocencia, a la infancia, al tiempo pasado que, no por ser pasado, fue mejor. Ahora recuerdo que fueron mi refugio en mañanas lluviosas, en tardes tristes y en noches de soledad.

El espejo perteneció a un vendedor de objetos antiguos. A veces quisiera romperlo. Cuando me miro en él veo al adolescente de hace diez años, lleno de sueños profundos y de ganas de vivir. Ahora sólo alcanzo a ver a un ser desconocido con unas cuantas arrugas entre las cejas y una barba enmarañada.

¿Y la cicatriz? Ya no recuerdo cómo la obtuve. Creo que ella es la culpable de mis ratos de amnesia. Sigo presto a hacer memoria y me imagino que apareció por culpa de aquellas caídas tratando de aprender a usar la bicicleta, jugando con los amigos o recorriendo caminos polvorientos. Quizá la adquirí de tanto ver caricaturas, de tanto leer historias en la biblioteca o de tanto pensar en aquellas cosas que eran importantes.

Ya son las siete. Entonces bendigo a la vida porque son muy pocas las cosas que conservo y, a pesar de eso, no me hace falta más para vivir. Porque mis propiedades son un reloj que se paró a las tres, seis cuadernos viejos y usados, un espejo antiguo y una cicatriz que me hace estar agradecido.

22 comentarios:

  1. Pues dentro de esa desidia de vivir te siento alegre, de verdad has encontrado buen titulo a tu blog "elcamino del caminante" y qué bueno que tengas la fortaleza (o resignación pues cuando la fortaleza es mucha...)para utilizar sólo esos enseres como íconos de tu haber; me provoca decir que tengo...tres muertes cercanas, un camino incierto y un carro viejo; tengo el sueño de tener una familia sueño que se va deshojando con el tiempo y un cuaderno donde escribo y escribo, para no sentir que muero. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. No me queda más que volver a felicitarte por tan extraordinario texto. Por minutos parece que te estuviera viendo desde cualquier rincón revisando tus enseres ya que lo describes de una manera magistral. Mis plegarias fueron oídas y ya obtuve mi pequeña dosis literaria del caminante. Gracias por tus mensajes en la Luna, donde quizás un día debas de plantear una visita. Aquí se vive tranquilo. Felicidades Caminante y, ¡saludos desde la Luna!

    ResponderEliminar
  3. que lindo escribes, en verdad me a puesto a pensar, sere una seguidora mas : )

    ResponderEliminar
  4. Contando pertenencias? miedo me da contar las mías... con alguna cicatriz, esmalte para las uñas, libros y mascotas... (xq las deudas las he saldado y las canas que tengo no me hacen mas interesante) creo que mi lista ha finalizado...
    He llegado aquí al leer tu comentario en el blog de Tendencias autolíticas; me gusto mucho.
    Te seguire leyendo...
    1abrazo,

    ResponderEliminar
  5. las bendiciones no se deberían contar.... HAbría que vivir sin que nos las dieran...

    Saludos y un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
  6. La mejor herencia que un ser humano puede dejar son sus buenas acciones, su sabiduria, s sus pensamientos plasmados por escrito; sus enseñanzas de vida, lo de más es material y lo material se diluye en el tiempo .
    Un saludo Caminante

    ResponderEliminar
  7. Pues tienes un tesoro, sin duda, al fin y al cabo no es más feliz el que más posee, sino el que menos necesita.. hermoso, hace pensar y recordar. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Eres un escritor tremendo...ese es otro de tus bienes...

    ResponderEliminar
  9. No es mas rico quien mas tiene sino quien menos necesita.

    Me encantó tu entrada siempre es un placer visitarte.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  10. Afortunado eres que tienes lo suficiente para ser feliz y no posees objetos que te hacen esclavo de ellos.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  11. Caminante, es una forma linda de recordarnos que no necesariamente necesitamos bienes materiales para considerarnos afortunados. A veces la vida misma es un a bendición, depende de como se lo vea.
    Un beso, llego aquí desde el sitio de David

    ResponderEliminar
  12. Ya desearia yo tener una cicatriz que me haga olvidar ciertos capitulos de mi vida. Pero como no la tengo, he aprendido a convivir con mis demonios. Ellos son mi unico haber. Interesante texto. "Nice literary touch" lo de contar las cosas, muy sensible. Abrazos!

    ResponderEliminar
  13. Lo que tienes ya es un tesoro, ¿se necesita mas?, no lo se, por ahora agradezcamos lo que nos ha tocado, mira que mi reloj hace seis meses que se fue a paro y nada he hecho para que regrese.

    Un agrado leerte,

    Un gran abrazo

    Gaspar

    ResponderEliminar
  14. buenas tardes!!
    me sorprendio y gusto por partes iguales tu comentario....

    que razon tienes compañero .

    un saludo
    y ....
    nos vemos por los senderos de esta vida.

    ResponderEliminar
  15. Tienes algo sumamente importante que es el tiempo despojado de ataduras, de manecillas que lo limiten....eres dueño de tu tiempo.
    ¿Acaso no es eso maravillosos?
    Tienes aparte de tus viejos cuadernos que serán tus viejos recuerdos, una forma divina de expresar tus palabras...¡cuantos quisieran¡¡

    Tienes , caminante, el camino de una vida que te llevara donde tu quieras ir.

    Me alegra haberte encontrado mientras leia en otro blog.
    Con tu permiso , seguire merodeando tus escritos.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  16. Prácticamente me acabo de levantar. Y comienzo a contar las bendiciones: hoy, para empezar, he leído tu texto, Caminante.
    Si te sirve de algo, contar los haberes vale más que sacar a pasear al perro y jugar con los hijos, pasatiempos estos demasiado burgueses como para ser buenos y sanos.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  17. Los cuadernos son la prueba de que un día pensaste y sentiste, y sobretodo de que fuiste capaz, como no lo es mucha gente, de ponerle palabras; el reloj es la prueba de que el tiempo pasa para todos, y es quien te lo recuerda a pesar de que sus manecillas ya no sigan moviéndose; y el espejo es lo que te hace recordar quien eres, en quien te has convertido y hacia donde vas y te hace ver esa cicratiz, esa barba, y quizá incluso alguna arruga, moratón o herida que, sin duda, es lo que te da la certeza de haber vivido.

    ResponderEliminar
  18. Vaya, ahora caigo en que ya había pasado antes por tu blog, menuda memoria la mía, estoy en el hoyo!!!

    Más besos amigo

    ResponderEliminar
  19. Que bueno ha sido todo esto... haberle escrito un día al no materialista, ser parte del inventario del frente de una iglesia, leer y releer los escritos del caminante y esperar que el tiempo no se detenga cuando la distancia apremia, sino que lo haga cuando alguien cante una canción que embruje en un karaoke cualquiera...

    ResponderEliminar