martes, 12 de enero de 2010

FANTASMAS PASAJEROS



Pensar que todo es posible nos da certeza y tranquilidad. Pero cuando la realidad deja un agujero por el cual vemos que lo posible es lejano, se acaba la certeza y la tranquilidad desaparece ocultándose quién sabe dónde. Digo esto porque traigo a mi memoria todos los sueños, hechos de infinitas ansias, con las que llenamos nuestras largas tardes de ocio. Sueños que alivianan nuestra indómita conciencia y que dan descanso al alma cuando algo en nuestra inestable existencia no ha salido como lo esperábamos. ¿Quién no, cuando cree que todo está perdido, se acomoda en su silla y se sienta a reorganizar su vida y, sin quererlo, deja escapar de lo más profundo de su ser un suspiro que le hace sentir mejor y le hace llevadera la carga de la historia? Y después de ese suspiro inesperado y escapado despertamos a la cruda e innegable realidad, la vida tal como es. ¿Ahogamos el tierno soplo de ideales? Una vez soñé, cuando estaba en una edad donde lo absurdo no existía, donde soñar era más fácil que respirar. Tal vez no soñaba, vivía del sueño de vivir y de no tener que preocuparme por lo que pudiera pasar mañana. Pero si crecí y dejé de soñar no fue por placer, fue por necesidad. Con el paso del tiempo la máquina de los sueños se fue oxidando, la envejeció la realidad y la necesidad de ser lo que soñé, lo que no soy ni imaginé ser. ¿Con qué tejer ahora el vacío que deja la experiencia de un sueño que no llegó a nacer? ¿Cuánta matemática o cuánta simplicidad se necesitan para defender las cosas del corazón que la razón no entiende? ¿Cómo tomar aire cuando el cielo está tan gris y el oxígeno tan contaminado? A este ritmo no parece haber mucha fuerza para continuar caminando. Sin embargo, la vida sigue siendo una imposición que sorprende, una carga amigable, una sonrisa complaciente. A pesar de ver castillos rotos y sueños esparcidos por toda la casa sin un por qué, la vida continúa, en su lenta marcha hacia lo infinito, quitándole el moho a aquella y oxidada máquina de sueños. Soñar demasiado frustra. Dejar de soñar entorpece. Encontrar el equilibrio perfecto será nuestro deber pues en el juego de la vida es inevitable enfrentarse a nuestros fantasmas pasajeros.

9 comentarios:

  1. Resaltaré dos frases que me impactaron y que demuestran gran talento literario, amigo:
    «Una vez soñé, cuando estaba en una edad donde no existía lo absurdo, donde soñar era más fácil que respirar».
    «Soñar demasiado frustra, dejar de soñar entorpece».
    Enhorabuena por tu texto.

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  2. Me ha impresionado el texto y tu forma de narrar. Sigue escribiendo porque yo seré uno de esos que van a seguir tu blog a partir de ahora. De hecho voy a enlazarlo en mi Blog http://goefry.blogspot.com para que los demás puedan disfrutar de lo que escribes. ¡SALUDOS DESDE LA LUNA!

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  3. Eres muy bueno escribiendo, puedo pensar igual o diferente de lo escrito por ti pero lo importante aqui es dejarse llevar por la musicalidad de tus palabras.
    Enhorabuena.
    Un saludo

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  4. Veo que nos has impresionado a todos, escribes muy bien, de una manera que nos atrapas y ha eso se le llama talento, poca gente lo tiene, eres muy afortunado.

    Saludos!

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  5. Gracias Caminante por visitar mi oscuro desván.
    Tal vez si no soñases tus expectativas serian diferentes, los sueños ya lo dijo Claderón de la Barca sueños són.
    Un saludo desde Valencia (España)

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  6. Caminante, gracias por tu visita y por tu comentario.
    Un saludo.

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  7. Genial tu blog, un placer haberme pasado por tu espacio.

    Saludos y un abrazo enorme.

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  8. Gracias por la visita y por traer mi atención hacia tu espacio. Me ha gustado mucho lo que escribes. Te dejo un abrazo desde la silla en la que me he sentado a reorganizar mi vida. Vaya también un suspiro.

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  9. Hoy he caminado hasta tus letras y me voy feliz de haber llegado hasta este lugar, has hecho un relato genial; solo que no dejes nunca de soñar, aunque no lo creas aun "soñar sigue siendo mas fácil que respirar"

    Un abrazo.

    Gaspar

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