domingo, 17 de octubre de 2010

PEQUEÑO DICCIONARIO DE PALABRAS INCOMPRENDIDAS.


“Cuando la palabra se hace letra y la letra se hace realidad”.

INFIERNO: La seductora anatomía de sus letras siempre dejaba algo más para imaginar. Su sonrisa retorcida, su agitada respiración. Empezando el ocaso del día, con su acostumbrado cigarrillo y su té de hierbas se dirigía a su estudio y se sentaba enfrente de la hoja de papel. Encendía sus manos, su mente, su alma y hasta su cuerpo con el fuego abrazador de sus pensamientos, los plasmaba en papel, los llevaba a la literatura, los hacía realidad palpable. Toda la voracidad de este incendio, llegado del infierno, era su rutina diaria al anochecer cuando los banquetes infernales comienzan y cuando los demonios invaden al ser para precipitarlo, ladera abajo, hasta las profundidades del averno.

PROFANO: La calle de enfrente, el árbol de manzanas, el presente, lo pasado, el incierto futuro. Cambiaba pasiones por monedas de plata, acariciaba sueños ajenos, presentaba a la realidad con formas curvas, con líneas como dardos atravesando el pecho.

CIELO: Mirabas las estrellas como quien ve llover. Prefería las letras, la tierra, el peso. La levedad le era cárcel, carcelero, prisión y muerte. Ataba a su deseo el barro de sus zapatos, las piedras del camino y las heridas que la guerra entre el amor y la cordura le han dejado en la memoria.

DANTE: El sudor corría por su frente mientras intentaba atrapar las palabras. Le parecía estar recorriendo tantos círculos como aquel nómada visitante que por amor decidió conocer las llamas prohibidas. Sus dedos temblaban, su garganta se cerraba, sus ojos se dilataban; su transpiración era el Cocitos recorriendo su cuerpo.

PIEL: Caminos de sal, montañas humeantes, valles vírgenes, azufre quemado. Llevaba sus manos hasta aquel templo, lo dibujaba una y otra vez con el paso de sus dedos. Buscaba en aquel recinto sagrado un lugar de refugio, un escondite secreto.

SANTO: El susurro del viento en su ventana le llevaba hasta allá. Susurros indiscretos, gritos, jadeos, plegarias sin forma. Cerrar los ojos era su rito de iniciación, su entrega, su rendición.

RAZÓN: Hería los corazones en su eterno latido vital con signos, agujeros, saliva y veneno. De su rota copa se bebió desenfreno, antagonismo, amor primitivo, fobias, noches rojas y, de vez en cuando, una renegada lágrima.

ESCRITOR: La luz del faro de la esquina le es casi desconocida. Ha preferido lo oscuro, lo húmedo, lo frío, lo escondido. Huía de las masas, del común, de la política, del futbol y de la ignorancia. Sus mil y una noches eran un cigarrillo, un té y la certeza de que su cielo es el infierno para los cuerdos.

5 comentarios:

  1. ¿Dónde te habían llevado tus pasos caminante?, que bueno volver a leerte, mas aun con este pequeño diccionario que refleja mucho de mi sentir.
    Un abrazo, muy buen regreso.

    Gaspar

    ResponderEliminar
  2. Que bueno tenerte de vuelta, lo que has escrito partiendo de una palabra es impresionante, ha habido frases que me han encantado como: "Ataba a su deseo el barro de sus zapatos, las piedras del camino y las heridas que la guerra entre el amor y la cordura le han dejado en la memoria."

    Espero que puedas postear mas a menudo ;)
    Abrazos!

    ResponderEliminar
  3. A veces la cordura no deja ver mas allá…y es precisamente mas allá, donde nos encontramos…

    Ha sido un placer volver a leerte…

    Bsos

    ResponderEliminar
  4. Apoteósico regreso Caminante, placer puro leer sabiduría.

    ResponderEliminar
  5. Yo prefiero el término "entendimiento" que no todo el mundo lo tiene...

    Pasa un buen fin de semana.

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar